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Turismo cercano en Tomelloso

Turismo cercano

Tomelloso, enclavado en pleno corazón de La Mancha, forma parte de la Ruta del Quijote y de la Ruta del Vino de La Mancha. Debido a su perfecta comunicación por carretera, al ser nexo de importantes autovías, permite acceder a poblaciones cercanas que también ofrecen un gran atractivo al visitante. Del encanto cervantino y quijotesco de poblaciones como Argamasilla de Alba, El Toboso y Campo de Criptana, al maravilloso escenario natural de las Lagunas de Ruidera, siendo Tomelloso la puerta de entrada al Parque, pasando por la belleza urbana de Almagro, Villanueva de los Infantes o San Carlos del Valle, localidades que rezuman un inconfundible sabor medieval y clásico. En definitiva, el recorrido por los alrededores de Tomelloso es de lo más enriquecedor.

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Campo de Criptana

Es el lugar donde mejor se muestra la arquitectura manchega con sus casas encaladas y zócalos de color añil. La ciudad se asienta en el denominado Cerro de la Luz, coronado por diez molinos de viento. Conserva tres molinos auténticos del siglo XVI, y todo parece indicar que éste fue el lugar que Cervantes tuvo en mente cuando ideó la aventura contra esos “gigantes”, puesto que era el pueblo que más molinos reunía en aquella época: treinta y cuatro, según el Catastro del Marqués de la Ensenada y la Encomienda de Felipe II.

Argamasilla de Alba

Es la población más cercana a Tomelloso. Lugar cervantino por excelencia que alberga la famosa Cueva de Medrano, donde actualmente se ubica un centro cultural. Existen tesis que sostienen que el genial Miguel de Cervantes estuvo preso en este lugar y empezó allí a escribir su obra más conocida. La Iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVI, es otro de sus atractivos.

Castillo de Peñarroya

Esta fortaleza está ubicada en un paraje rodeado de encinas, sobre un alto roquedal. De origen musulmán, proyecta las almenas de sus muros en las aguas del embalse de Peñarroya, que remansa las aguas del Guadiana. Es una de las fortalezas que aún se conservan en el territorio que los caballeros hospitalarios poseyeron en La Mancha, el denominado Campo de San Juan. Está situado a 10 kilómetros de Tomelloso, en dirección a las Lagunas de Ruidera, constituyendo la entrada al Parque Natural. Fue conquistado por el caballero Pérez de Sanabria en 1198, pasando a manos cristianas desde entonces, primero a la Orden de Santiago y en 1215 a la Orden de San Juan.

En el siglo XIV Peñarroya era, sin duda, la encomienda más importante de la Orden de San Juan desde el punto de vista económico. Se trataba de una fortaleza para garantizar el aprovechamiento económico del territorio, arrendamiento de pastos, cobro de impuestos y protección de pobladores pacíficos, a la vez que almacén de bienes o “caja fuerte” de la Orden.

Actualmente el castillo conserva: En el exterior: camino de acceso medieval, humilladero y foso. En el interior: antemuralla, liza, muralla medieval principal, torre del homenaje, ermita del siglo XVII de marcado estilo barroco decadente en cuyo interior se encuentran pinturas a ambos lados del altar mayor, destacando también el retablo churrigueresco, el camarín de la virgen (cuyas pinturas son copias de Murillo y Rafael), el coro y una extraordinaria talla del siglo XVII que primitivamente estuvo emplazada en el convento de los Mercedarios de Argamasilla de Alba; patio de armas, y aljibe medieval.

Recientemente se han encontrado en el exterior una necrópolis de rito islámico y un campo de silos de cronología indeterminada.

Lagunas de Ruidera

“(…) las cuales llorando, por compasión que debió tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha, las llaman las Lagunas de Ruidera”.

El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera se encuentra a tan sólo 34 kilómetros de Tomelloso. Fue declarado como tal en 1979 y se ubica en el Alto Valle del Río Guadiana y sirve de límite provincial a Ciudad Real y Albacete.

El Parque lo conforman el embalse de Peñarroya y un total de 16 lagunas escalonadas, conectadas entre sí por cascadas y emisarios subterráneos, en un conjunto de singular belleza, un oasis cuya frondosidad y exuberancia contrasta con la extrema aridez que lo circunda. El desnivel existente entre la primera laguna, denominada La Blanca, y la última, La Cenagosa, es de 120 kilómetros.

El árbol dominante en las laderas y zonas altas es la encina, que convive con las sabinas albares. En los fondos de valles y márgenes de las lagunas aparecen los árboles de ribera, como los olmos y los álamos blancos. Contorneando las orillas de las lagunas son muy abundantes los carrizos, juncos, espadañales y las masiegas. El grueso de la fauna lo constituyen las aves acuáticas, es decir, ánades, fochas, porrones y cercetas, aunque no pueden olvidarse las rapaces como el aguilucho lagunero. Otras especies típicas del bosque mediterráneo que se pueden observar son el conejo, la tórtola, la perdiz, el ratonero común y el zorro. Las especies piscícolas más comunes son la boga, el barbo y el blenio.

El paisaje resulta espectacular y único en la Península Ibérica. Los valores naturales del lugar saltan a la vista, teniendo en la avifauna uno de sus principales alicientes. Asimismo, se trata de un lugar de indudables resonancias cervantinas. En el interior del parque se encuentra la famosa Cueva de Montesinos, que según la tradición es aquella a la que Cervantes se refiere en los capítulos 22 y 23 de la Segunda Parte del Quijote:

“… y que primero había de entrar en la cueva de Montesinos de quien tantas y tan admirables cosas en aquellos contornos se contaban…”

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